Alejandra se suicidó
a los treinta y seis años.
Dejó póstumos unos versos ajenos:
En el centro puntual de la maraña,
Dios, la araña.
Las palabras del ciego quedan manuscritas,
revelan cómo Alejandra habitó la tela.
Escribió Cenizas o Cuarto solo,
y otros poemas invadidos de luz
o que proyectaban sombras muy largas.
Alejandra sintió serpiente, incendio,
soledad, día, rostro, música,
barcos esperando en el más allá.
Decía que no vivía en serio,
y yo creo que fue culpa de su infancia.
Envuelta en el anhelado fin de llegar a lo profundo,
se fue muy pronto,
llevando la araña en la palma de su mano.
muy bueno
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