Describir

Han pasado muchos años

y sólo pido a la vida

que calmado me deje ir

para poder descansar,

desasirme

y desaparecer.

Déjame, te suplico, desandar

el desierto, volver a la cuna,

despierto, dormido,

salir de mi estúpida duda

que no se termina

en ninguna hora exacta

y que tengo que desmontar,

destrozar;

al menos describir.

Perdonar

Aprende a vivir

dejando atrás tanto denuedo.

Aprende a evitar

una única piel a plena luz del día,

que no concibas sentir o reconocer

en un entorno hostil a la alegría.

Aprende la forma de la culpa y lo callado,

las plantas verdes y las fuentes quietas, e intenta

que los alimentos huelan y sepan como está escrito.

Aprende a evitar el juicio de los días

y el duelo pasado el duelo

que pueda enderezar una próxima fecha.

Sorpréndete, al menos, algún día.

Describe las formas de los animales,

los sonidos de la ciudad

o el movimiento de las piedras.

Con tu aprendizaje, en el final declara,

aún siendo mentira, como premio:

«Os he intentado perdonar a todos».

Otro mundo

Yo quiero un mundo analógico y no globalizado,

donde el papel gane al cemento cada día,

con paredes que rechacen los relojes,

y en el que conserve al menos una fotografía tuya

de un día anodino y maravilloso.

Allí tendríamos anaqueles repletos de cuentos,

más o menos como en el mundo de ahora, dirías,

y saldríamos a la calle a mirar las cosas de siempre,

mas tendrían otro significado

imaginado,

de terquedad diáfana, tranquilo, nuestro,

sin que sonara la pavana triste de los lunes,

sin remover una libertad inmerecida,

sin observar el vaivén de lo empezado,

podríamos hablar sin palabras.

Yo cerraría los cuadernos y no volvería a escribir.

Tú harías lo que sea que hagan los muertos cuando vuelven.

Experiencia

Poema escrito con sueño:

varios días de búsqueda del momento

en que se revelaron juegos y posibilidades

al alcance de la mano de cualquiera.

Alguien aseguró la certeza de entenderlo todo,

a saber: los ríos, el trabajo, algunos encuentros,

los accidentes, el desamor y los cumpleaños.

Pero no está pasando.

Una visión de prestado, rota y sangrante desde lejos.

Barrimos los cuerpos del suelo y cerramos inventarios.

Una estación más, unos meses menos,

se fueron aplazando las tardes de tablero y dados,

las cenas de madrugada, los pactos, mis libros,

alguna farola enamorada que han dejado encendida.

Pero no está pasando.

Pienso a veces en lo que podría colgar en estas paredes desnudas

y blancas que no son mías, que a nadie le importan

y que con tanta pena miro.

Todo es ajeno. Nada ha pasado. Sumergidos, esperando,

pasa el tiempo. Es sabido.

Y aún no ha pasado.

Está todo por hacer.

Aprender

A Evil

 

Hoy se está apagando la vida de un perro,

que es lo mismo que la muerte del mundo

con todo su contenido.

Tenía ojos de mirar lejos,

olfato de oler inquieto,

respiración tranquila y soñolienta.

Se está alejando en silencio

y me parece escuchar sus pezuñas arañando la puerta;

como pidiendo permiso para viajar.

Una vez apretó su cabeza contra mí, muy fuerte,

y pude leer su pensamiento.

No ha habido un ser vivo más sincero

ni amor por la vida más auténtico.

Los perros se van con los deberes hechos.

Nosotros nos iremos esperando haber aprendido algo

de ellos.

Idiomas

Dentro de nada hará años de tu muerte

y las fechas señaladas serán un martes cualquiera.

Nacían tres caminos en la puerta de tu casa,

que expuestos al sol desaparecían con pena.

Tus ventanas reflejaban escenas muy antiguas,

desconocidas y llenas de nombres.

Me distraían del estruendo de las cosas al romperse.

Vivíamos en una estancia plena, casi transparente,

con relojes, botas, cuadros, bombillas y gatos.

Las cosas que tiene la gente corriente.

Todos te recuerdan a su manera;

yo te veo tan nítida,

sentada en un sofá viejo, con la tela hecha jirones,

hablándome de tus viajes

en idiomas que quiero aprender.

Nuestros nombres

Desaparecen piezas de mí, pequeñas.

Alguien está diciendo mi nombre en voz alta.

Años antes de mi nacimiento,

años después de mi muerte.

Mi nombre resuena en cristal, madera y roca,

se mezcla en el agua y deja de existir.

Alguien está recordando días que no voy a ver.

Hay pájaros volando por el cielo y seres ciegos bajo la tierra,

mientras escribo esperando entre los relojes fríos.

Se están mezclando días y años sin que pueda distinguirlos.

Con cierta curiosidad,

alguien está diciendo nuestros nombres en voz alta,

porque ha encontrado una fotografía vieja

donde salimos tú y yo, sin apenas conocernos.

Se deshace el papel y su voz en el aire

y por fin mi nombre se pierde.

Queda tu nombre en el aire un segundo

y se desvanece.

Pizarnik

Alejandra se suicidó

a los treinta y seis años.

Dejó póstumos unos versos ajenos:

En el centro puntual de la maraña,

Dios, la araña.

Las palabras del ciego quedan manuscritas,

revelan cómo Alejandra habitó la tela.

Escribió Cenizas o Cuarto solo,

y otros poemas invadidos de luz

o que proyectaban sombras muy largas.

Alejandra sintió serpiente, incendio,

soledad, día, rostro, música,

barcos esperando en el más allá.

Decía que no vivía en serio,

y yo creo que fue culpa de su infancia.

Envuelta en el anhelado fin de llegar a lo profundo,

se fue muy pronto,

llevando la araña en la palma de su mano.

Buenas noches

Buenas noches

a aquellos que vivís con un espíritu guía volando sobre vosotros,

a los que nunca han conocido a nadie

y a los que encontraron la meta demasiado pronto.

Buenas noches y madrugadas

a los constructores de laberintos y a los atrapados en ellos;

fuentes y flores extrañas señalan el camino.

Las noches son frías

para los que se arrepienten y mueren.

Buenas noches,

a aquellos que han descubierto los puntos cardinales,

las medidas exactas de las cosas, su peso y esencia,

y a los que cuentan la misma historia con distinto final.

Buenas noches y madrugadas,

a los desmemoriados, los extraños en casa, los brujos,

los dueños de la conversación cotidiana,

a los gatos y perros callejeros,  a los pájaros en las ramas,

a los que no volveremos a ver

y a los que no dormirán hoy.

Buenas noches a ti y a los colores de otro mundo que te envuelven.

Descansad los consumidos por el odio:

soñad con momentos de paz.

 

 

Las horas de la noche

Nadie puede arrebatarte

ni en la algarabía de ruido,

ni en el profundo silencio,

las horas de la noche.

Existe un recogimiento tuyo,

propiedad de espíritu,

consuelo de trabajo arduo.

Se enreda de madrugada

en hiedra de estrellas viejas

y ramo de historias nuevas.

Nadie puede arrebatarte

la visión distinta y clara,

la guarida oculta y sola

de las horas de la noche.

Engañar al reloj es tan sencillo.

Engañar a los ojos y a las manos.

Abrazar el recuerdo más pequeño.

¡Que se vayan volando tantos pájaros!

Que se vayan volando de uno en uno.

Acaricia el sonido incólume del tiempo

y entrega de ti lo más preciado.

Nadie puede arrebatarte,

ni en la habitación desnuda,

ni en el recóndito sueño,

las horas luminosas

y extrañas

de la noche.