Cuando yo muera,
guirnaldas de colores. Dibujos sin sentido
pintados en la acera.
Un batiburrillo de conversaciones.
Dispónganse los invitados en orden cronológico de penas.
Aquel que traiga cestas con recuerdos colóquelas donde se vean.
No valdrá decir mentiras. Sí exagerar un poco
y podrán dibujar sus monstruos y lugares favoritos.
Se contarán relatos viejos, al anochecer canciones
(luego algunos amigos quedarán en silencio un rato).
Tienen permiso para olvidar lo que quieran, bailar,
improvisar un cuento, echarse una siesta…
Cuando yo muera,
guirnaldas de colores. Dibujos sin sentido
pintados en la acera.
Quiéranse y hablen de cosas divertidas.
Pero al marcharse dejen el lugar escondido,
que pueda ser encontrado por instinto. Que al pasar por allí,
nadie se sienta solo.
Ni siquiera el muerto.