Otro capítulo

Esta noche es dolor encerrado en otro capítulo

de formas grotescas. Tan familiar que podría saludarlo por su nombre.

Preguntar qué tal le ha ido el día, si tiene algo que contar que se merezca dos o tres instantes nocturnos.

Esta noche y otras que tienen que venir. Dolor encerrado en otro capítulo,

que no permite leer, hablar, pensar en voz alta.

Y tengo que tocar mis hombros y bajar la cabeza como si se tratara de una reprimenda

de alguien que no conozco,

al que he ofendido

y no alcanzo a ver.

Nombrar la realidad

Quisiera nombrar la realidad

como la nombraba Gloria Fuertes, con alegría sincera.

Convertir resignación en manos y ojos,

casas y caminos y cuentos.

Hacer de los objetos vidas breves,

que empiezan y acaban al ser nombrados.

Llenar de paisajes las horas,

como en los libritos cortos de Machado, que duraban toda la tarde.

Llevar un inventario de nombres brillantes,

luz que tenga olor, sabor y el tacto de los que se han ido,

(¡Qué bien hizo eso Benedetti!).

Y si pudiera releería escribiendo con la mirada de Borges,

la calidez de Ángel González,

el discreto fluir de abrazos de Cernuda.

Pero los días pasan, con ellos los años

y voy recopilando espacios en blanco.

Como los de Emily Dickinson,

que en paz descanse.