Esta noche es dolor encerrado en otro capítulo
de formas grotescas. Tan familiar que podría saludarlo por su nombre.
Preguntar qué tal le ha ido el día, si tiene algo que contar que se merezca dos o tres instantes nocturnos.
Esta noche y otras que tienen que venir. Dolor encerrado en otro capítulo,
que no permite leer, hablar, pensar en voz alta.
Y tengo que tocar mis hombros y bajar la cabeza como si se tratara de una reprimenda
de alguien que no conozco,
al que he ofendido
y no alcanzo a ver.