Nadie puede arrebatarte
ni en la algarabía de ruido,
ni en el profundo silencio,
las horas de la noche.
Existe un recogimiento tuyo,
propiedad de espíritu,
consuelo de trabajo arduo.
Se enreda de madrugada
en hiedra de estrellas viejas
y ramo de historias nuevas.
Nadie puede arrebatarte
la visión distinta y clara,
la guarida oculta y sola
de las horas de la noche.
Engañar al reloj es tan sencillo.
Engañar a los ojos y a las manos.
Abrazar el recuerdo más pequeño.
¡Que se vayan volando tantos pájaros!
Que se vayan volando de uno en uno.
Acaricia el sonido incólume del tiempo
y entrega de ti lo más preciado.
Nadie puede arrebatarte,
ni en la habitación desnuda,
ni en el recóndito sueño,
las horas luminosas
y extrañas
de la noche.