Tenemos que hablar de Kevin

Hannibal Lecter es mi psicópata favorito (no descarto comenzar algún día una novela con esta frase). Estamos acostumbrados, desde Jack el destripador en adelante, a ser testigos en la literatura y el cine de una panoplia de asesinos cerebrales y sofisticados que nunca ha quedado agotada, dada la enormidad de ejemplos de la vida real en los que los autores pueden basarse. Con resultado la mayor parte de las veces bochornoso, en ocasiones aparecen psicópatas que quedan en el imaginario cultural como peligrosos e inevitables productos de una sociedad horrible. Es el caso del citado Doctor Lecter, Patrick Bateman (American Psycho) o Grenouille (El Perfume), por citar algunos muy famosos.

¿Y si el psicópata es un niño?

Estuve a punto de abandonar la lectura de Tenemos que hablar de Kevin en dos ocasiones. La novela (bastante larga) arranca y se explaya con la historia de amor de dos norteamericanos de clase alta que no consideré en absoluto interesante. Docenas de páginas dedicadas a establecer la fuerte personalidad y convicciones de una madre fría (la protagonista) e intransigente y un padre de profundas convicciones morales. Solo cuando un hijo concebido por motivos espurios, en un intento de dar sentido a sus vidas aparece en escena, la novela cobra la profundidad necesaria para engancharnos hasta el final.

Lionel Shriver: how not to read - Do Something magazine

Lionel Shriver, la autora, es prácticamente igual a como yo imaginaba a Eva, la madre protagonista. Me quedé perplejo cuando la busqué en Google. :O

Kevin es un monstruo. Es uno de los peores a los que el lector contemporáneo puede conocer. Todas sus acciones están en el contexto de lo cotidiano. Un ser humano que vive con el único propósito de incomodar y hacer sufrir a los demás, sobre todo a su madre. Desde el principio del relato la protagonista nos cuenta, a través de cartas dirigidas al padre de Kevin (cuyo paradero los lectores desconocemos) cómo el chaval lleva dos años metido en un reformatorio tras haber matado a nueve personas en el instituto. Desde este dato vemos pasar la vida conyugal de los padres, la infancia de Kevin y su adolescencia, su relación con una hermana pequeña que llegará a la familia mucho más tarde y, en definitiva, los intentos de la madre de ¿Justificar, explicar, expiar…? todas las barbaridades que suceden a lo largo del relato.

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Fotograma de la grabación de una de las cámaras de vídeo de seguridad en el instituto Columbine (Colorado). Esta matanza movió a Shriver a la escritura de su novela. Hará referencia de este triste episodio de la historia norteamericana en numerosas ocasiones.

Una exploración psicológica de la mente del psicópata, sus actos y motivos por parte de la única persona que trata de quererlo sabiendo que es un monstruo, su madre (ya que el padre se tragará las pantomimas de su hijo una y otra vez, negándose a querer ver lo que su hijo es en realidad).

Si se pasa el primer tramo de presentación de la vida y sentimientos de los padres, antes de llegar a la mitad de la novela estaremos enganchados al viaje (a veces casi insoportable) al abismo de la Norteamérica de Columbine y demás institutos donde han acaecido terribles matanzas, de las que la autora hablará en detalle a través de su protagonista.

Bien escrito pero sin excesivos virtuosismos, un clásico de la literatura contemporánea que hizo famosa a Lionel Shriver.