Transistor fantasma

Tengo cuentas pendientes.

La más nimia con un hombre cuya cara se me ha olvidado.

Otra, casi un capricho, con quien pasó por mi vida a toda prisa.

Una más grave tiene que ver con sabios muertos hace siglos,

el número exacto de estrellas en el firmamento

y una biblioteca que se quemó.

(Esta daría para un par de cuentos).

Las peores no debo dejarlas por escrito.

Sé que nunca serán saldadas.

Sin haber prescrito, quedarán impunes,

ostentando la categoría de crímenes de guerra.

Lo llaman los expertos lesa humanidad.

Esa música sigue. No puedo acallarla.

Como un transistor a todo volumen, sin posibilidad de armisticio.

Contemplo con pena:

el interruptor es mi vida misma.