He descubierto
letras y rincones donde habitan huellas;
lugares de paso en los que alguna señal aún no borrada perdura.
Brillan hondonadas repletas de nieve y ramas.
Entre encrucijadas, mirando el cielo,
en la morada de los espíritus que las gobiernan,
entran en nuestro mundo sendas invisibles
repletas de posibilidades.
Los recuerdos se transforman en las horas diurnas.
El triunfo de los esotéricos: vivencias en nostalgia.
En la quietud de la noche, la verdad de los alquimistas:
nostalgia en sueño.
Es precioso.
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